Taiwán paralizó su capital, Taipei, como parte de un extenso simulacro de defensa civil que incluyó evacuaciones, alarmas antiaéreas y ejercicios de respuesta ante ataques masivos. La población participó activamente en refugios temporales y simulaciones urbanas.
Este operativo forma parte de los ejercicios Han Kuang, los más grandes en la historia de la isla, realizados en un contexto de crecientes tensiones con China, que reclama a Taiwán como parte de su territorio.
El presidente William Lai subrayó la necesidad de estar preparados para mantener la paz y proteger la democracia. Estados Unidos respaldó el simulacro con la presencia de representantes diplomáticos en la isla.
Pese al escepticismo de parte de la población sobre una invasión inminente, el gobierno taiwanés continúa reforzando sus capacidades defensivas para responder a cualquier amenaza externa.
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