Lo que comenzó como una celebración del Pride 2025 se transformó en una de las manifestaciones más significativas de los últimos años en Europa Central. Más de 200 000 personas, provenientes de al menos 30 países, se congregaron en las calles de Budapest, capital de Hungría, para rechazar públicamente las políticas autoritarias y anti-LGBTQ+ del primer ministro Viktor Orbán.
La movilización, la mayor en la historia del país en defensa de los derechos civiles, fue posible gracias a un resquicio legal utilizado por el alcalde liberal de Budapest, Gergely Karácsony, quien otorgó permisos especiales ante la negativa del gobierno central. Entre banderas arcoíris, discursos vibrantes y mensajes por la igualdad, la marcha se convirtió en un acto de resistencia ciudadana contra la deriva iliberal del Estado húngaro.
Desde hace años, Orbán ha sido acusado por organismos europeos y ONGs internacionales de promover leyes que limitan los derechos de la comunidad LGBTQ+, restringen la libertad de prensa y debilitan la independencia judicial. Las recientes restricciones a contenidos educativos y expresiones públicas de diversidad sexual han encendido alertas tanto dentro como fuera del país.
La Unión Europea, por su parte, condenó las políticas del gobierno húngaro como una “violación directa a los valores fundamentales del bloque” y advirtió sobre posibles sanciones si persisten las medidas discriminatorias. La marcha ha sido vista por muchos analistas como un punto de inflexión en la lucha democrática del país, especialmente de cara a las elecciones parlamentarias del próximo año.
📣 ¿Podrá esta manifestación marcar un nuevo rumbo para la democracia y los derechos humanos en Hungría?